Pideme lo que quieras, ahora y siempre
Divertida, aplaudo como una posesa cuando el juego se reanuda y, junto a Frida, entro totalmente en el partido, de modo que cuando me quiero dar cuenta el encuentro finaliza y nuestros chicos ganan por doce puntos. ?Ole y ole!
Feliz de la vida, observo desde mi posicion como Flyn corre para abrazar a su tio, y este sonrie, encantado, alzandolo entre sus brazos. Todo el mundo comienza a moverse de sus asientos.
—Ven... —dice Frida—, vamos.
Segura de lo que quiero hacer, llego hasta la pista junto al resto de las mujeres y observo que Eric se sienta, empapado en sudor y se pone una chaqueta de deporte. Su habitual gesto serio ha vuelto a su rostro, y eso me hace aletear el corazon. Definitivamente, ?soy masoquista!
De pronto soy consciente de que Lora y la que esta junto a ella cuchichean y miran a mi Iceman. E incapaz de no hacer nada, decido entrar en accion para dejarles las cosas claritas de una vez por todas. Camino hacia Eric y, sin cortarme un pelo, me siento sobre el y, ante su cara de sorpresa, acerco mi boca a la suya y lo beso. Lo beso con desesperacion, con pasion y con gusto. El, sorprendido en un principio, me deja hacer y finalmente, susurra con voz ronca a escasos centimetros de mi boca:
—Vaya..., pequena, si lo se te traigo antes a una cancha de baloncesto. —Excitada sonrio, y el pregunta—: ?Esto significa el fin del castigo?
Asiento. El cierra los ojos. Inspira por la nariz y me vuelve a besar.
11
Mientras los hombres se duchan tras el partido, me voy junto con Frida y las chicas a una salita a esperarlos. Aqui me divierto escuchando sus comentarios. Lora no ha vuelto a decir nada que me pueda molestar. Eso si, me mira con gesto extrano. Esta claro que saber que soy la novia de Eric le ha cortado todo el rollo. Media hora despues comienzan a salir del vestuario hombretones relucientes y aseaditos.
El primero en acercarse a mi con curiosidad y sonriendo es un chico tan rubio que parece albino.
—?Hola! ?Tu eres Judith? ?La espanola?
Estoy por decir «?Ole!», pero finalmente decido no hacerlo.
—Si, soy Judith.
—?Ole..., toro..., paella! —dice uno de ellos, y yo me rio.
Otros dos chicos, en este caso morenos, se acercan a nosotros y comienzan a interesarse por mi. Aqui soy la novedad, ?la espanola! Eso me hace gracia y entablo conversacion con ellos. De pronto veo a Eric salir del vestuario y mirarme. Lo incomoda verme rodeada de todos esos, y yo sonrio. Estos tontos celitos por su parte me gustan y mas cuando veo que se para con Frida, Andres y el bebe, y espera que sea yo la que vaya a el. Sus ojos y los mios se cruzan, y entonces hace algo que me hace reir. Me indica con un movimiento de cabeza que me mueva.
Hago caso omiso a su orden. No quiero comenzar a seguirle como un perrillo. No, definitivamente no voy a volver a ser tan pavisosa con el como lo fui meses atras. Al final, se acerca y, cogiendome de manera posesiva por la cintura ante sus companeros, me da un beso en los labios e indica:
—Chicos, esta es mi novia, Judith. Por lo tanto, ?cuidadito!
Sus amigos se rien y yo hago lo mismo justo en el momento en que Bjorn se acerca a nosotros y, cogiendome una mano, me la besa y me saluda. Inexplicablemente me pongo nerviosa, pero mis nervios se relajan cuando soy consciente de que Bjorn no hace ni dice nada fuera de lugar. Al reves, es totalmente correcto. Una vez que me saluda, Eric me besa en la sien y entre ellos planean que vayamos todos juntos a cenar algo a Jokers, el restaurante de los padres de Bjorn.
Miro mi reloj. Las siete y veinte de la tarde.
?Vaya, que horror!, voy a cenar en horario guiri.
Pero dispuesta a ello dejo que Eric me agarre estrechamente por la cintura mientras observo que con la otra mano coge a Flyn. Nos montamos en el coche, y el pequeno, emocionado por el partido, no para de hablar con su tio. En ningun momento me incluye en la conversacion, pero aun asi yo me integro. Al final, no le queda mas remedio que contestar a algunas preguntas que yo hago, y eso me hace sonreir.
Cuando llegamos a Jokers, aparcamos el Mitsubishi, y detras de nosotros lo hacen Frida y Andres, y tras ellos, Bjorn. Hace un frio de mil demonios y entramos raudos en el local. Un aleman algo desgarbado sale a saludarnos y Bjorn me indica que es su padre. Se llama Klaus y es un tipo muy simpatico. En el mismo momento en que sabe que soy espanola, las palabras «paella», «ole» y «torero» salen de su boca, y yo sonrio. ?Que gracioso!
Tras servirnos unas cervezas, llega el resto del grupo, e instantes despues una joven del restaurante nos abre un saloncito aparte y todos entramos. Nos sentamos y dejo que Eric pida por mi. Tengo que ponerme al dia en lo que se refiere a la comida alemana.
Entre risas, comienza la cena e intento comprender todo lo que dicen, pero escuchar a tantas personas a la vez conservando en aleman me aturulla. ?Que bruscos son hablando! Mientras estoy concentrada en entender a la perfeccion lo que cuentan, Eric se acerca a mi oido.
—Desde que se que me has levantado el castigo, no veo el momento de llegar a casa, pequena. —Sonrio y me pregunta—: ?Tu deseas lo mismo?
Le digo que si, y Eric vuelve a preguntar en mi oido mientras noto como su dedo hace circulitos en mi muslo por debajo de la mesa:
—?Me deseas?
Con gesto picaro, levanto una ceja, centrandome en el.
—Si, mucho.
Eric sonrie. Esta feliz con lo que escucha.
—En una escala del uno al diez, ?cuanto me deseas? —me plantea, sorprendiendome.
Convencida de que mi libido esta por las nubes, respondo:
—El diez se queda corto. Digamos, ?cincuenta?
Mi contestacion le vuelve a agradar. Coge una patata frita de su plato, le da un mordisco y despues me la introduce en la boca. Yo, divertida, la mastico. Durante unos minutos, seguimos comiendo, hasta que escucho a Eric decir:
—Vamos, Flyn, come o me comere yo tu plato. Estoy hambriento. Terriblemente hambriento.
El pequeno asiente, y de pronto, Bjorn suelta una carcajada.
—Eric, cuando le he contado a la nueva cocinera de mi padre que Judith es espanola me ha exigido que se la presentes.
Ambos sonrien, y sin tiempo que perder, Eric se levanta, choca con complicidad la mano con Bjorn, coge la mia y senala:
—Hagamos lo que pide la cocinera, o no podremos regresar a este local.
Asombrada, me levanto ante la mirada de todos, y cuando Flyn se va a levantar para acompanarnos, Bjorn, atrayendo la atencion del pequeno, dice:
—Si te vas, me como yo todas las patatas.
El crio defiende su posesion mientras nosotros nos alejamos del grupo. Salimos del salon, caminamos por un amplio pasillo y, de pronto, Eric se para ante una puerta, mete una llave en la cerradura, me hace entrar y, tras cerrar la puerta, murmura, desabrochandose la chaqueta:
—No puedo aguantarlo mas, carino. Tengo hambre, y no es de la comida que me espera sobre la mesa.
Lo miro boquiabierta.
—Pero ?no ibamos a saludar a la cocinera?
Eric se acerca a mi con una devoradora mirada.
—Desnudate, carino. Escala cincuenta de deseo, ?lo recuerdas?
Con el asombro aun en el rostro, voy a responder cuando Eric me coge con impetu por la cintura y me sienta sobre la mesa del despacho. Pero ?no me ha dicho que me desnude?
Con su lengua repasa primero mi labio superior, despues el inferior y, cuando finaliza el morboso contacto con un mordisquito, soy yo la que se lanza sobre su boca y se la devora.
Calor.
Excitacion.
Locura momentanea.
Durante varios minutos, nos besamos con autentico frenesi mientras nos tocamos. Eric es tan caliente, tan activo en esa faceta, que siento que me voy a derretir, pero cuando con premura sube mi vestido y pone sus enormes manos en la cinturilla de mis medias digo: