Pideme lo que quieras, ahora y siempre
—Mas..., mas, Eric... —suplico, estimulada.
El placer que esto le ocasiona y el deseo que ve en mi lo vuelven loco y, cuando no puede mas, un gutural gemido sale de su boca y cae contra mi cuerpo.
Asi estamos unos segundos. Unidos, calientes y excitados. El sexo entre nosotros es electrizante y nos gusta. Instantes despues, Eric sale de mi trasero y nos dejamos caer en la cama felices, cansados y sudorosos.
—?Dios, pequena!, me vas a matar de placer.
Su comentario me hace reir. Me abrazo a el, y el me abraza. Sin hablar, nuestro abrazo lo dice todo, mientras en el exterior llueve con fuerza. De pronto, se oye un trueno, y Eric se mueve.
—Vamos a lavarnos y a vestirnos, pequena.
—?Vestirnos?
—Ponernos algo de ropa. Un pijama, o algo asi.
—?Por que? —pregunto, deseosa de seguir jugando con el.
Pero Eric parece tener prisa.
—Vamos, coge tu ropa interior de la mesilla —me exige.
Pienso en protestar, pero opto por hacerle caso. Cojo mi ropa interior y un pijama. Pero no me quiero vestir. ?Vaya cortada de rollo!
Eric, al ver mi ceno fruncido, me besa animadamente mientras coge la joya anal y guarda el lubricante en la mesilla. Despues, se levanta, y justo cuando me coge en brazos, la puerta de la habitacion se abre de par en par. Flyn, con cara de sueno y su pijama de rayas, nos mira boquiabierto. Me tapo con mi ropa como puedo y gruno:
—Pero ?tu no sabes llamar a la puerta?
El nino, por una vez, no sabe que responder.
—Flyn, ahora volvemos —dice Eric.
Sin mas, entramos en el bano. Una vez dentro lo miro en espera de una explicacion por esa aparicion y murmura cerca de mi boca:
—Desde pequeno le asustan los truenos, pero no le digas que te lo he dicho. —Me besa y cuando se separa prosigue—: Sabia que iba a venir a la cama cuando he oido el trueno. Siempre lo hace.
Ahora quien lo besa soy yo. ?Dios, como me gusta su sabor! Y cuando abandono con pereza su boca, pregunto:
—?Siempre va a tu cama?
—Siempre —asegura, divertido.
Su gesto me hace sonreir. ?Que lindo que es mi aleman!
Un nuevo trueno nos hace regresar a la realidad, y Eric me posa en el suelo. Deja la joya anal sobre la encimera del bano y se lava. Despues, se seca, se pone los calzoncillos y dice antes de salir:
—No tardes, pequena.
Cuando me quedo sola, cojo la joyita y la meto bajo el chorro del agua para lavarla. Pienso en Susto. Pobrecillo. Con la que esta cayendo, y el en la calle. Luego, me aseo, y una vez que me pongo el pijama, me miro en el espejo y, mientras peino mi alocado pelo, sonrio.
?Vaya tela tiene la historia donde me estoy metiendo!
Pero segundos despues, recuerdo que cuando yo era pequena me pasaba igual que a Flyn. Me daban miedo los truenos, esos ruidos infernales que me hacian pensar que demonios feos y de unas largas surcaban los cielos para llevarse a los ninos. Fueron muchas noches durmiendo en la cama con mis padres, aunque al final mi madre, con paciencia y alguna ayuda extra, consiguio quitarme ese miedo.
Al salir del bano, Eric esta tumbado en la cama charlando con Flyn. El pequeno, al verme, me sigue con la mirada; abro la mesilla y con disimulo dejo la joya anal. Despues, cuando me meto en la cama, el enano grunon pregunta a su tio:
—?Ella tiene que dormir con nosotros?
Eric hace un gesto afirmativo, y yo murmuro, tapandome con el edredon:
—?Oh, si! Me dan miedo las tormentas, sobre todo los truenos. Por cierto, ?os gustan los perros?
—No —contestan los dos al unisono.
Voy a decir algo cuando Flyn puntualiza:
—Son sucios, muerden, huelen mal y tienen pulgas.
Boquiabierta por lo que ha dicho, respondo:
—Estas equivocado, Flyn. Los perros no suelen morder y, por supuesto, no huelen mal ni tienen pulgas si estan cuidados.
—Nunca hemos tenido animales en casa —explica Eric.
—Pues muy mal —cuchicheo, y veo que sonrie—. Tener animales en casa te da otra perspectiva de la vida, en especial a los ninos. Y, sinceramente, creo que a vosotros dos os vendria muy bien una mascota.
—Ni hablar —se niega Eric.
—Me mordio el perro de Leo y me dolio —dice el nino.
—?Te mordio un perro?
El crio asiente, se levanta la manga del pijama y me ensena una marca en el brazo. Archivo esa informacion en mi cabeza e imagino el pavor que debe de tener a los animales. He de quitarselo.
—No todos los perros muerden, Flyn —le indico con carino.
—No quiero un perro —insiste.
Sin decir mas, me tumbo de lado para mirar a Eric a los ojos. Flyn esta en medio y rapidamente me da la espalda. ?Faltaria mas! Eric me pide disculpas con la mirada, y yo le guino un ojo. Minutos despues, mi chico apaga la luz y, aun en la oscuridad, se que sonrie y me mira. Lo se.
18
Es dia 5 y hoy toca cena de Reyes en la casa de la madre de Eric. Durante estos dias he visto que mi aleman trabaja desde casa, pero no habla de ir a la oficina. Quiero conocerla, pero prefiero que sea el quien me proponga ir.
Flyn sigue sin darme tregua. Todo lo que hago le molesta, y eso ocasiona que Eric y yo tengamos algun que otro roce. Eso si, reconozco que es Eric quien da siempre su brazo a torcer para que la discusion no vaya a mas. Sabe que el nino no lo esta haciendo bien, e intenta entenderme.
Mi relacion con Susto progresa muy adecuadamente. Ya no huye cuando me ve. Nos hemos hecho amigos. Se ha dado cuenta de que soy de fiar y deja que lo toque. Tiene una tos perruna que no me gusta y le he confeccionado una bufanda para el cuello. ?Que guapo esta!
Susto es una maravilla. Tiene una cara de bueno que no puede con ella, y cada vez que salgo sin que Eric se de cuenta a rehacerle la caseta y llevarle comida, el pobre me lo agradece como mejor sabe: con lametazos, movidas de rabito y piruetas.
Por la noche, cuando llegamos a la casa de Sonia, Marta, la hermana de Eric, nos recibe con una estupenda sonrisa.
—?Que bien!, ?ya estais aqui!
Eric tuerce el gesto. Este tipo de fiestecitas que organiza su madre no le van, pero sabe que no debe faltar. Lo hace por Flyn, no por el. Eric me presenta al resto de las personas que hay en el salon como su novia. Veo el orgullo en su mirada y en como me agarra con posesion.
Minutos despues, comienza a hablar con varios hombres sobre negocios y decido buscar a Marta. Pero al separarme de el, un joven me saluda.
—?Hola!, soy Jurgen. Eres Judith, ?verdad? —Asiento, y el dice—: Soy el primo de Eric. —Y cuchicheando, anade—: El que hace motocross.
La cara se me ilumina y, encantada, comienzo a hablar con el. Menciona varios sitios donde la gente se reune para practicar este deporte, y yo prometo ir. Me anima a utilizar la moto de Hannah. Sonia le ha comentado que yo practico motocross y esta entusiasmado. Con el rabillo del ojo observo que Eric me mira y, por su cara, debe de imaginar sobre lo que hablamos. En dos segundos, ya esta a mi lado.
—Jurgen, ?cuanto tiempo sin verte! —saluda Eric mientras me vuelve a agarrar por la cintura.
El primo sonrie.
—?Sera porque tu no te dejas ver mucho?
Eric cabecea.
—He estado muy ocupado.
Jurgen no vuelve a mencionar el tema motocross y casi de inmediato ambos se sumergen en una aburrida conversacion. De nuevo, decido buscar a Marta. La encuentro fumando en la cocina.
Cuando me acerco a ella, me ofrece un cigarrillo. No suelo fumar, pero con ella siempre me apetece, y cojo uno.
Asi, vestidas con glamour, las dos fumamos mientras charlamos de nuestras cosas.
—?Que tal con Flyn?
—?Uf!, me tiene declarada la guerra —me mofo, divertida.
Marta asiente y, acercando su cabeza a la mia, cuchichea: