Pideme lo que quieras, ahora y siempre
—Te deseo, carino, y vas a cumplir mis fantasias.
—Jud..., has bebido.
Me rio y asiento.
—?Oh, si!, me he tomado unos mojitos, mi amol, que estaban de muelte. Pero escucha, se muy bien lo que hago, por que lo hago y a quien se lo hago, ?entendido?
No habla. Solo me mira. Me levanto de sus piernas. Estoy por hacer lo que hacen en las peliculas, tirar todo lo que hay sobre la mesa al suelo, pero lo pienso y no. Creo que eso le va a enfadar mas. Al final, echo a un lado el portatil y me siento en la mesa. Eric me observa. Se le ha comido la lengua el gato, y yo, dispuesta a conseguir mi proposito, cojo una de sus manos y la paso por encima de mis braguitas. Mi humedad es latente y siento que traga con dificultad.
—Quiero que me devores. Anhelo que metas tu lengua dentro de mi y me hagas chillar porque mi placer es tu placer, y ambos los duenos de nuestros cuerpos.
Cuando termino de decir eso ya respira de forma algo entrecortada. ?Hombres! Lo estoy excitando, pero decidida a volverlo loco continuo mientras me quito la camiseta.
—Tocame. Vamos, Iceman, lo deseas tanto como yo. ?Hazlo! —exijo.
Mi Iceman se descongela por segundos. ?Bien! Acerca su boca a mi pecho derecho y, en decimas de segundo, me devora el pezon.
?Oh, si! Colosal.
?Me gusta!
Sus ojos frios ahora son salvajes y retadores. Sigue enfadado, pero el deseo que siente por mi es igual al que yo siento por el. Cuando abandona mi pezon, se reclina en su asiento. El morbo se instala en su cuerpo.
—Levantate de la mesa y date la vuelta —murmura.
Hago lo que me pide. Poso mis pies en el suelo y, vestida solo con mi tanga, me vuelvo. El retira la silla hacia atras, se levanta y acerca su ereccion a mi trasero, mientras sus manos vuelan a mi cintura y me aprieta contra el. Yo jadeo. Me da un azote. Pica. Despues me da otro, y cuando voy a protestar, acerca su boca a mi oreja y dice:
—Has sido una chica muy mala y como minimo te mereces unos azotes.
Eso me hace sonreir. Vale..., si quiere jugar, ?jugaremos!
Me doy la vuelta y, sin dejar de mirarle a los ojos, meto mi mano en el interior de sus pantalones, le agarro los testiculos y, mientras se los toco, le pregunto:
—?Quieres que te demuestre lo que le hago yo a los chicos malos? Tu tambien has sido malo esta manana, cielo. Muy..., muy malo.
Eso lo paraliza. Que yo tenga en mis manos sus testiculos no le hace mucha gracia. Estoy segura de que piensa que le puedo hacer dano.
—Jud...
De un tiron, le bajo el pantalon seguido de los calzoncillos, y su enorme ereccion queda esplendorosa ante mi. ?Guau, madre mia! Lo empujo y cae sobre la silla. Vuelvo a sentarme a horcajadas sobre el y le pido:
—Arrancame el tanga.
Dicho y hecho. Eric tira de el, rompiendolo, y mi humeda vagina descansa sobre su dura ereccion. No le doy tiempo a que piense; me alzo y lo meto dentro de mi. Estoy tan mojada..., tan excitada..., que su ereccion entra totalmente, y cuando me encuentro encajada en el, exijo:
—Mirame.
Lo hace. ?Dios, es todo tan morboso!
—Asi..., asi quiero tenerte. Asi siempre estamos de acuerdo.
Mis caderas se contraen y mi vagina lo succiona mientras siento que se quita los pantalones y estos quedan tendidos de cualquier manera en el suelo. Eric jadea ante una nueva acometida mia y le beso. Esta vez su boca me devora y me exige que continue haciendolo. Yo paro mis movimientos. No nos movemos. Solo estamos encajados el uno en el otro y disfrutamos del morbo que nos ocasiona la situacion. La excitacion es maxima. Es plena, y entonces mi aleman se levanta conmigo encajada en el, me lleva hasta la escalera de la libreria y me empotra contra ella.
—Agarrate a mi cuello.
Sin demora, le hago caso. El se coge a una de las tablas de la escalera que hay por encima de mi cabeza y se hunde totalmente en mi, y yo grito.
Una..., dos..., tres... Tension.
Cuatro..., cinco..., seis... Jadeos.
Mi Iceman me hace suya mientras yo le hago mio. Ambos disfrutamos. Ambos jadeamos. Ambos nos poseemos.
Una y otra vez, me empala, y yo lo recibo, hasta que mi grito de placer le hace saber que el climax me ha llegado, y el se deja ir mientras se hunde en una ultima y poderosa ocasion en mi.
Durante unos segundos, los dos permanecemos en esta posicion, contra la escalera y apretados el uno contra el otro, hasta que se suelta de la barandilla, me coge de la cintura y regresamos a la silla. Cuando se sienta, aun dentro de mi, me besa.
—Sigo enfadado contigo —asegura.
Eso me hace sonreir.
—?Bien!
—?Bien? —pregunta, sorprendido.
Lo beso. Lo miro. Le guino un ojo.
—?Mmm! Tu enfado hace que tenga una interesante noche por delante.
21
Tres dias despues llega una furgoneta del aeropuerto con las cosas de mi pequena mudanza de Madrid.
Solo veinte cajas, pero ?estoy pletorica! El resto sigue en mi casa. ?Nunca se sabe!
Tener mis cosas es importante, y durante dias me dedico a colocarlas por toda la casa. Eric y yo estamos bien. Tras la esplendorosa noche de sexo que tuvimos el dia de la discusion, no podemos parar de besarnos. Lo sorprendi. Lo tente y lo volvi loco. Es vernos y desear tocarnos. Es estar solos y desnudarnos con mayor pasion.
A estas alturas, puedo asegurar que estoy enganchada a «Locura esmeralda». ?Vaya con el culebron! En cuanto comienza, Simona me avisa, y las dos nos sentamos juntitas en la cocina para ver sufrir a Esmeralda Mendoza. ?Pobre chica!
Una manana suena el telefono. Simona me lo pasa. Es mi padre.
—?Papa! —grito, encantada.
—?Hola, morenita! ?Como estas?
—Bien, pero echandote mucho de menos.
Hablamos durante un rato y le cuento el problema que tengo con Flyn.
—Paciencia, carino —me indica—. Ese nino necesita paciencia y calorcito humano. Observalo e intenta sorprenderlo. Seguro que si lo sorprendes, ese nino te adorara.
—La unica manera de sorprenderlo es marchandome de esta casa. Creeme, papa, ese nino es...
—Un nino, hija. Con nueve anos es un nino.
Resoplo y suspiro.
—Papa, Flyn es un viejo prematuro. Nada que ver con nuestra Luz. Protesta por todo, ?me odia! Para el soy un grano en el culo. Tendrias que ver como me mira.
—Morenita..., ese crio, para lo pequeno que es, ha sufrido mucho. Paciencia. Ha perdido a su madre, y aunque su tio se ocupa de el, estoy segura de que se encuentra perdido.
—Eso no te lo niego. Intento acercarme a el, pero no me deja. Unicamente lo veo feliz cuando esta enganchado a la Wii o a la Play, solo o con su tio.
Mi padre rie.
—Es porque todavia no te conoce. Estoy seguro de que en cuanto conozca a mi morenita no podra vivir sin ti.
Al colgar lo hago con una tremenda sonrisa en los labios. Mi padre es el mejor. Nadie como el para subir mi autoestima y darme fuerzas para todo.
Es domingo, y Eric propone que lo acompane al campo de tiro. Flyn y yo vamos con el. Me presenta a todos sus amigos y, como siempre, cuando se enteran de que soy espanola, me toca oir las palabras «ole», «toro» y «paella», como no. ?Que pesaditos!
Observo que Eric es un tirador certero y me sorprende. Con su problema en la vista nunca habria pensado que pudiera practicar un deporte asi. No me gustan las armas. Nunca me han agradado, y cuando Eric me propone tirar, me niego.
—Eric, ya te he dicho que no me gusta.
Sonrie. Me mira y murmura, dandome un beso en los labios:
—Pruebalo. Quiza te sorprenda.
—No. He dicho que no. Si a ti te gusta, ?adelante! No sere yo quien te quite este placer. Pero no pienso hacerlo yo, ?me niego! Es mas, ni siquiera me parece aceptable que Flyn las vea con tanta naturalidad. Las armas son peligrosas, aunque sean olimpicas.