Pideme lo que quieras, ahora y siempre
Eric me mira. Yo sonrio y, al final, resoplo y cuchicheo:
—?Mira como se me ha puesto el cuello por tu culpa!
Eric rie y me coge entre sus brazos.
—Creo que voy a ordenar que hagan un archivo en mi despacho para cuando me vengas a visitar, ?que te parece?
Suelto una carcajada, lo beso y, olvidandome de mis culpabilidades y mis celos, musito:
—Es una excelente idea, senor Zimmerman.
22
Los fines de semana consigo despegar al pitufo grunon y al enfadica del sofa. Ellos estarian todo el santo dia pegados a la Wii y a la television. ?Vaya dos! Vamos al cine, al teatro, a comer hamburguesas, y veo que se lo pasan bien. ?Por que siempre les cuesta tanto arrancar de casa? Alguna noche Eric me sorprende y me invita a cenar a un restaurante. Despues me lleva a una impresionante sala de fiestas, y ahi tomamos algo mientras nos divertimos besandonos y hablando.
No ha vuelto a comentar nada sobre nuestro suplemento sexual. Cuando hacemos el amor en nuestra cama, nos susurramos fantasias calientes al oido que nos ponen como una moto, pero de momento no hemos compartido sexo con nadie. ?Tanto me quiere para el?
Un domingo logro que salgan a pasear. Aparcamos el coche en un parking y caminamos hasta el Jardin Ingles, una maravilla de lugar en el centro de Munich. Flyn no habla conmigo, pero yo intervengo continuamente en la conversacion. Le joroba, pero al final no le queda mas remedio que aceptarlo.
Por tarde los obligo a entrar en el campo de futbol del Bayern de Munich. Les horroriza la idea. Ellos son mas de baloncesto. El sitio es enorme, grandioso, y, como si yo fuera alemana, les explico que ese equipo es el que mas veces ha ganado la Bundesliga. Me escuchan, asienten, pero pasan de mi. Al final sonrio al ver sus caras de aburrimiento y, sobre las siete y media de la tarde, proponen ir a cenar. Me rio. Yo a esta hora meriendo. Pero, consciente de que en especial Flyn lleva horario aleman, me amoldo.
Me llevan a un restaurante tipico y aqui pruebo distintos tipos de cerveza. La Pilsen es rubia, la Weissbier es blanca y la Rauchbier, ahumada. Eric me mira, yo las paladeo y al final digo, haciendole reir:
—Como la Mahou cinco estrellas, ?ninguna!
La base en los platos alemanes es la harina. La emplean para hacer absolutamente de todo. Eso me explica Eric mientras devoro una weissburst o salchicha blanca. Esta hecha de fino picado de ternera, especies y manteca. ?Esta de muerte! Flyn, divertido por la atencion que le prestamos su tio y yo, mordisquea una rosquilla salada en forma de ocho llamada brenz. Su buen rollo y el mio es latente, y Eric simplemente lo disfruta. Durante un buen rato nos traen distintos platos. Aunque los alemanes cenan ligero, yo tengo hambre y pido rabano cortado en finas rodajas y espolvoreado con sal. Me dicen que eso se llama radi. Despues nos sirven obatzda, que es un queso preparado a base de camembert, mantequilla, cebolla y pimenton dulce. Y en el postre, me vuelvo loca con el germknodel, un pastel relleno de mermelada de ciruela, elaborado con azucar, levadura, harina y leche caliente, y servido con azucar glas y semillas de amapolas. Vamos..., todo muy light.
Por la noche, cuando regresamos a casa, estamos molidos. Hemos andado una barbaridad, y Flyn cae en la cama como un ceporro. Tumbados en el sofa del comedor mientras vemos una pelicula propongo banarnos en la piscina. Eric tiene los ojos cerrados y se niega.
—?Te pasa algo, cielo?
—No —responde rapidamente.
—?Te duele la cabeza? —pregunto, preocupada.
Lo miro. El me mira. De pronto, divertido, me coge como a un saco de patatas y me lleva hasta ella. Al llegar solo encendemos la luz del interior de la piscina y, cuando no lo espera, lo empujo y cae vestido al agua. Cuando saca la cabeza, me mira, yo levanto las cejas y pregunto, risuena:
—?No me digas que te vas a enfadar?
Mi risa lo hace reir a el, y mas cuando vestida me tiro el agua a su lado. Eric me agarra y, mientras me hace cosquillas, murmura:
—Morenita, eres una chica muy traviesa.
Se que mis carcajadas por las cosquillas le llenan el alma y lo hacen feliz. Durante un rato, jugamos a hacernos ahogadillas mientras nos vamos quitando la ropa hasta quedar desnudos. Nos besamos. Nos tentamos y, finalmente, nos hacemos el amor.
Nunca lo he hecho hasta ahora en una piscina, pero es excitante, morboso. Y con Eric cuchicheandome al oido cosas que sabe que me ponen cardiaca todavia mas.
Tras reponernos le propongo echar carreras en la piscina, pero es imposible. Eric solo quiere besarme y disfrutar de mi. Veinte minutos despues, salimos del agua. Me dirijo hacia donde se que hay toallas, cojo dos y vuelvo a su lado. Arropados no sentamos en una bonita hamaca color cafe. La comoda hamaca es como las que suelen estar sujetas a dos arboles, pero, en su defecto, aqui esta enganchada a dos columnas.
Eric se deja caer a mi lado, y abrazada a el, nos movemos y parece que estamos flotando. Besos, caricias, y cuando me quiero dar cuenta, estoy sobre el devorandole el pene. Tumbado boca arriba disfruta de mis atenciones, mientras jugueteo con el y le doy besos picaros y ardientes. Adoro su pene. Adoro la sensacion de tenerlo en mi boca. Adoro su suavidad y adoro como Eric me toca el pelo y me anima a chuparselo. Pero la impaciencia le puede. No se sacia nunca. Se levanta, planta los pies en el suelo a ambos lados de la hamaca y, dandome la vuelta, murmura en mi oreja mientras me penetra:
—Esto por tirarme a la piscina.
—Te voy a volver a tirar —susurro mientras lo recibo.
—Pues te volvere a follar una y otra vez por ser una chica tan mala.
Sonrio. Me muerde el costado mientras con pasion sus manos aprietan mi cintura y me hace suya una y otra vez.
—Arquea las caderas para mi... Mas..., mas... —exige, agarrandome del pelo.
Me da un azote que resuena en toda la piscina. Yo jadeo. Hago lo que me pide. Me arqueo y profundiza mas en mi. Gustosa de lo que me hace, mis jadeos retumban en la sala mientras, suspendida en la hamaca, voy y vengo ante las fuertes y maravillosas acometidas de mi amor. Una hora despues, saciados de sexo, nos vamos a nuestra habitacion. Tenemos que descansar.
Por la manana, cuando me levanto y bajo a la cocina, Simona me informa de que Eric no ha ido a trabajar y que esta en su despacho. Sorprendida, voy hasta donde esta el y nada mas abrir la puerta y ver su rostro se que esta mal. Me asusto, pero, cuando me acerco a el, dice:
—Jud, no me agobies, por favor.
Nerviosa, no se que hacer. Lo miro, me siento frente a el y me retuerzo las manos.
—Llama a Marta —me pide finalmente.
Con rapidez, hago lo que ha dicho.
Tiemblo.
Estoy asustada.
Eric, mi fuerte y duro Iceman, sufre. Lo veo en su rostro. En la crispacion de su gesto. En sus ojos enrojecidos. Quiero acercarme a el. Quiero besarlo. Mimarlo. Quiero decirle que no se preocupe. Pero Eric no desea nada de eso. Eric solo desea que lo deje en paz. Respeto lo que necesita y me mantengo en un segundo plano.
Media hora despues, llega Marta. Trae su maletin. Al ver mi estado, con la mirada me pide que me tranquilice. Intento hacerlo mientras examina a su hermano con cuidado ante mi atenta mirada. Eric no es un buen paciente y protesta todo el rato. Esta insoportable.
Marta, sin inmutarse por sus grunidos, se sienta frente el.
—El nervio optico esta peor. Hay que meterte de nuevo en quirofano.
Eric maldice. Protesta. No me mira. Solo blasfema.
—Te dije que esto podia pasar —indica Marta con calma—. Lo sabes. Necesitas comenzar el tratamiento para poder hacerte el microbypass trabecular.
Oir tal cosa me enfada. No me ha comentado en todo este tiempo absolutamente nada de nada. Pero no quiero discutir. No es momento. Bastante tiene el ya con esto. Pero, dispuesta a sumarme a lo que hablan, pregunto: