Pideme lo que quieras, ahora y siempre
—?Vamos, Flyn, ven!
El pequeno se acerca y le invito a sentarse en el trineo. Me mira con recelo, asi que le digo:
—Ven, yo me sentare delante y tu detras, ?te parece?
Animado por Simona y Norbert, el nino lo hace y con sumo cuidado me tiro por la pendiente. A mis gritos de diversion se unen los de el, y cuando el trineo se para, me pregunta, extasiado:
—?Lo podemos repetir?
Encantada de ver un gesto en el que nunca habia visto, asiento. Ambos corremos hasta donde esta Simona y repetimos la bajada.
A partir de este momento, todo son risas. Flyn, por primera vez desde que estoy en Alemania, se esta comportando como un nino, y cuando consigo convencerlo para que baje el solo en el trineo y lo hace, su cara de satisfaccion me llena el alma.
?Sonrie!
Su sonrisa es adictiva, preciosa y maravillosa, hasta que de pronto veo que la cambia, y al mirar en la direccion que el mira, observo que Susto corre hacia nosotros. Norbert se ha dejado el garaje abierto, y, al oir nuestros gritos, el animal no lo ha podido remediar y viene a jugar. Asustado, el nino se paraliza y yo doy un silbido. Susto viene a mi, y cuando le agarro de la cabeza, murmuro:
—No te asustes, Flyn.
—Los perros muerden —susurra, paralizado.
Recuerdo lo que el nino conto aquel dia en la cama, y acariciando a Susto, intento tranquilizarlo:
—No, cielo, no todos los perros muerden. Y Susto te aseguro que no lo va a hacer. —Pero el nino no se convence, e insisto mientras alargo la mano—: Ven. Confia en mi. Susto no te mordera.
No se acerca. Solo me mira. Simona lo anima, y Norbert tambien, y el nino da un paso adelante pero se para. Tiene miedo. Yo sonrio y vuelvo a decir:
—Te prometo, carino, que no te va a hacer nada malo.
Flyn me mira receloso, hasta que de pronto Susto se tira en la nieve y se pone patas arriba. Simona, divertida, le toca la barriga.
—Ves, Flyn. Susto solo quiere que le hagamos cosquillas. Ven...
Yo hago lo que hace Simona, y el animal saca la lengua por un lateral de su boca en senal de felicidad.
De pronto, el nino se acerca, se agacha y, con mas miedo que otra cosa, le toca con un dedo. Estoy segura de que es la primera vez que toca a un animal en muchos anos. Al ver que Susto sigue sin moverse, Flyn se anima y le vuelve a tocar.
—?Que te parece?
—Suave y mojado —murmura el crio, que ya le toca con la palma de la mano.
Media hora despues, Susto y Flyn ya son amigos, y cuando nos tiramos en el trineo, Susto corre a nuestro lado mientras nosotros gritamos y reimos.
Todos estamos empapados y rebozados de nieve. Es divertido. Lo estamos pasando bien, hasta que oimos que un coche se acerca. Eric. Simona y yo nos miramos. Flyn, al ver que es su tio, se queda paralizado. Eso me extrana. No corre en su busca. Cuando el vehiculo se acerca, compruebo que Eric nos observa y, por su cara, parece estar de mala leche. Vamos, lo normal. Sin que pueda evitarlo murmuro cerca de Simona:
—?Oh, oh!, nos ha pillado.
La mujer asiente. Eric para el coche. Se baja y da un portazo que me hace estimar el calibre de su enfado mientras camina hacia nosotros intimidatoriamente.
?Madre mia! ?Que rebote tiene mi Iceman!
Cuando quiere ser malote, es el peor. Nadie respira. Yo le miro. El me mira. Y cuando esta cerca de nosotros, grita con gesto reprobador:
—?Que hace este perro aqui?
Flyn no dice nada. Norbert y Simona estan paralizados. Todos me miran a mi, y yo respondo:
—Estabamos jugando con la nieve, y el esta jugando con nosotros.
Eric coge de la mano a Flyn y grune:
—Tu y yo tenemos que hablar. ?Que has hecho en el colegio?
El tono de voz que emplea con el crio me subleva. ?Por que tiene que hablarle asi? Pero, cuando voy a decir algo, le escucho decir:
—Me han llamado del colegio otra vez. Por lo visto, has vuelto a meterte en otro lio y esta vez ?muy gordo!
—Tio, yo...
—?Callate! —grita—. Vas a ir derechito al internado. Al final, lo vas a conseguir. Ve a mi despacho y esperame alli.
Simona, Norbert y el pequeno, tras la dura mirada de Eric, se van.
Con gesto de tristeza, la mujer me mira. Yo le guino un ojo, a pesar de que se que me va a caer una buena. Telita el mosqueo que tiene el pollo aleman. Una vez solos, Eric ve el trineo y las huellas que hay en la pendiente, y sisea:
—Quiero a ese perro fuera de mi casa, ?me has oido?
—Pero Eric..., escucha...
—No, no voy a escuchar, Jud.
—Pues deberias —insisto.
Tras un duelo de miradas tremendo, finalmente grita:
—?He dicho fuera!
—Oye, si vienes enfadado de la oficina, no lo pagues conmigo. ?Seras borde...!
Resopla, se toca el pelo y farfulla:
—Te dije que no queria ver a ese chucho aqui y que yo sepa no te he dado permiso para que mi sobrino se monte en un trineo, y menos al lado de ese animal.
Sorprendida por el arranque de mal humor y dispuesta a presentar batalla, protesto.
—No creo que tenga que pedirte permiso para jugar en la nieve, ?o si? Si me dices que asi es, a partir de hoy te pedire permiso por respirar. ?Joder, solo me faltaba oir esto!
Eric no responde, y anado malhumorada:
—En cuanto a Susto, quiero que se quede aqui. Esta casa es lo bastante grande como para que no tengas que verlo si no quieres. Tienes un jardin que es como un parque de grande. Le puedo construir una caseta para que viva en ella y nos guardara la casa. No se por que te empenas en echarlo con el frio que hace. Pero ?no lo ves? ?No te da pena? Pobrecito, hace frio. Nieva, y pretendes que lo deje en la calle. Venga, Eric, por favor.
Mi Iceman, que esta impresionante con su traje y su abrigo azulon, mira a Susto. El perro le mueve el rabo, ?animalillo!
—Pero, Jud, ?tu te crees que yo soy tonto? —dice, sorprendiendome. Y como no respondo, afirma—: Este animal lleva ya tiempo en el garaje.
Mi corazon se paraliza. ?Habra visto tambien la moto?
—?Lo sabias?
—Pero ?me crees tan tonto como para no haberme dado cuenta? Pues claro que lo sabia.
Primero me quedo boquiabierta, y antes de que pueda responder, el insiste:
—Te dije que no lo queria dentro de mi casa, pero, aun asi, tu lo metiste y...
—Como vuelvas a decir eso de tu casa..., me voy a enfadar —siseo, sin mencionar la moto. Si el no dice nada, mejor no sacar el tema en este momento—. Llevas tiempo diciendome que considere esta casa como mia, y ahora, porque he dado cobijo a un pobre animal en tu punetero garaje para que no se muera de frio y hambre en la calle, te estas comportando como un..., un...
—Gilipollas —acaba el.
—Exacto —asiento—. Tu lo has dicho: ?un gilipollas!
—Entre mi sobrino y tu vais a...
—?Que ha hecho Flyn en el colegio? —le corto.
—Se ha metido en una pelea, y al otro chico le han tenido que dar puntos en la cabeza.
Eso me sorprende. No veo yo a Flyn de ese calibre, aunque tenga el labio roto. Eric se pasa la mano por la cabeza furioso, mira a Susto y grita:
—?Lo quiero fuera de aqui ya!
Tension. El frio que hace no es comparable con el frio que siento en mi corazon, y antes de que el vuelva a decir algo, lo amenazo:
—Si Susto se va, yo me voy con el.
Eric levanta las cejas con frialdad, y dejandome con la boca abierta, dice antes de darse la vuelta:
—Haz lo que quieras. Al fin y al cabo, siempre lo haces.
Y sin mas, se marcha. Me deja alli plantada, con cara de idiota y con ganas de discutir mas. Pasan diez minutos y continuo en el exterior de la casa junto al animal. Eric no sale. No se que hacer. Por un lado, entiendo que hice mal al meter a Susto en el garaje, pero por otro no puedo dejar a este pobre animal en la calle.
Veo que Flyn se asoma por la cristalera de su cuarto de juegos y le saludo con la mano. El hace lo mismo y me salta el corazon. Jugar, el trineo y Susto le han ido bien, pero no puedo dejar al perro en esa casa. Se que seria otra fuente de problemas. Simona sale y se acerca a mi.